La Generación Z no arruina el trabajo, lo reinventa
- Alberto Tovar
- hace 12 minutos
- 2 Min. de lectura

“La Gen Z necesita lo que no le fue dado: autorregulación, paciencia, compromiso. Y eso nos obliga a liderar distinto”. Así lo expresa Melina Magaña, CEO y cofundadora de Daucon, experta en liderazgo organizacional, con quien conversé en el podcast Dinero y Felicidad sobre los retos que esta generación plantea en el ámbito laboral.
Nos encontramos ante un momento de inflexión. Para el año 2030, los millennials y centennials conformarán el 75 % de la fuerza laboral global. Al mismo tiempo, más de la mitad de las actividades actuales habrán sido automatizadas entre 2030 y 2060. Y apenas un 32 % de los trabajadores afirma sentirse verdaderamente comprometidos con su empresa.
La Generación Z ha irrumpido en el mundo del trabajo no solo como una nueva camada de profesionales, sino también como un espejo de nuestras tensiones sociales, tecnológicas y emocionales. Crecieron en un entorno de hiperconectividad, sobreprotegidos en el plano físico pero expuestos sin filtros en el digital. Llegan con altos niveles de ansiedad, estrés y desconexión personal. De acuerdo con estudios recientes, muestran los índices más elevados de depresión, soledad y desapego laboral, mientras exigen —y necesitan— nuevos sentidos de propósito.
Sin embargo, no basta con describir cómo son. Lo relevante es entender qué significa esto para las compañías y para quienes buscan guiarlos. La respuesta no reside en encajarlos en un modelo corporativo obsoleto, sino en transformar los entornos laborales para que puedan desarrollarse sin sacrificar productividad.
Magaña propone una figura de liderazgo alejada del jefe tradicional: un “corregulador emocional”, capaz de comprender que el rendimiento está estrechamente vinculado al estado mental. Un líder que acompaña, orienta, reconoce y cuida, sin caer en la sobreprotección. Se trata de construir una autoridad que inspire y genere pertenencia, en lugar de imponer. En sus palabras, “una forma de liderazgo con vocación, no solo con jerarquía”.
Esta visión va más allá de condescender con la juventud, replantea la supervivencia organizacional. La renuncia silenciosa, el teatro de la productividad o los lunes de mínimo esfuerzo no son simples tendencias virales, sino manifestaciones de una desvinculación emocional profunda con el trabajo.
Por ello, el desafío no se limita a formar líderes más humanos. También implica repensar la arquitectura organizacional. Desde la manera en que se ofrece retroalimentación hasta el trazo de las trayectorias profesionales —más breves, flexibles y con sentido—, todo está siendo puesto bajo revisión.
El reto empresarial es doble: adaptarse sin diluir su esencia y, al mismo tiempo, cultivar culturas donde el sentido y exigencia convivan, donde el bienestar se valore tanto como los resultados. No se trata de perder el control, sino de ejercerlo desde una lógica distinta. Una en la que empatía, contención emocional y adaptabilidad tengan peso similar a la eficiencia y al cumplimiento.
Es primordial comprender y dejar de juzgar a la Generación Z. Nos corresponde asumir una responsabilidad para reconstruir el vínculo laboral con nuevas reglas, no impuestas ni complacientes, sino sostenibles.
Si te interesa escuchar la entrevista completa puedes hacerlo en el podcast Dinero y Felicidad en las principales plataformas como Spotify y Apple Podcast, entre otras.
¿Qué opinas del reto multigeneracional? Me encantaría conocer tu punto de vista: coméntame en redes sociales como LinkedIn, Instagram o X.






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