Decidir mejor: tu verdadero balance del 2025
- Alberto Tovar
- hace 53 minutos
- 2 Min. de lectura

En la entrega anterior mencionaba la costumbre de evaluar el año a partir de logros concretos, con el riesgo de convertir la vida profesional en un tablero donde sólo importan los marcadores visibles. Hoy te propongo avanzar hacia una revisión cualitativa que amplíe esa mirada y ofrezca una perspectiva más holística, útil para comenzar el 2026.
La primera invitación consiste en identificar decisiones tomadas este año sin arrepentimiento. No hablo de elecciones impecables, sino de acciones que, vistas desde el futuro, seguirías respaldando aun con resultados distintos. Ese tipo de determinaciones ayuda a ordenar prioridades, aligerar pendientes y orientar los meses siguientes sin rigidez.
Una herramienta práctica para trabajar esta idea es una matriz con cuatro cuadrantes. En el primero están las decisiones impostergables, incómodas en ocasiones, aunque valiosas a largo plazo por fortalecer límites, salud, congruencia o estrategia personal. En el segundo se ubican las decisiones delegables, aquellas tareas que admiten pasarla a otra persona, siempre que exista claridad en la expectativa y un seguimiento razonable.
El tercer cuadrante reúne decisiones que requieren más información, aunque conviene avanzar para evitar estancamientos. Con frecuencia surge la sensación de que los datos nunca alcanzan y el asunto queda detenido sin motivo claro. En estos casos funciona preguntarse por el costo de seguir aplazando. En el cuarto cuadrante quedan decisiones destinadas a salir de la lista: pendientes sostenidos por inercia, tareas sin aporte real y compromisos conservados por obligación.
EL final del año se presta para hacer interpretaciones más serenas de esas acciones defendidas con exceso de arrebato y patrones automáticos. Es como un espejo que nos acompañó todo el trayecto y sólo ahora permite una imagen nítida. No se rompió ni distorsionó nada; simplemente faltaba disposición para mirarlo.
La conciencia emocional suele activarse después de los hechos porque necesita distancia. Durante un conflicto, una presión o un reto, predomina el instinto de supervivencia sobre la reflexión. Sólo cuando el episodio queda atrás se abre espacio para asimilar la enseñanza completa sin defensas. La pregunta central ya no gira en torno a por qué pasó inadvertido, sino en cómo aprovechar esa claridad.
Las decisiones sin arrepentimiento se robustecen gracias a este aprendizaje diferido. Muchas de las acciones necesarias para el 2026 ya aparecen insinuadas en ese espejo tardío: conversaciones pospuestas que adquirieron urgencia; límites que habrían facilitado el camino; delegaciones que pudieron anticiparse; o proyectos sostenidos más por compromiso que por convicción. Cuando uno se permite observar todo esto sin juicio, surge una brújula precisa, lista para guiar el siguiente tramo.
¿Qué decisiones tomarás en 2026 que no lamentaras? Coméntame en LinkedIn, Instagram, o X y sígueme en el podcast “Dinero y Felicidad”, en Spotify, Apple Podcast, entre otros






Comentarios