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¿Ya tienes un fondo para imprevistos?



Acaba de ser ajustado en su trabajo y está por llegar a casa; su respiración se acelera de manera involuntaria; sabe que tendrá una temporada angustiante, porque deberá afrontar la falta de dinero y las explicaciones a la familia. Es una escena que se repite con frecuencia ante un despido laboral, producto de vivir literalmente al día en términos económicos.

A lo largo del tiempo se presentan descalabros que golpean el equilibrio financiero y provocan enormes tribulaciones. Si hay algún contexto en donde podría vincularse al dinero con la felicidad, sería este.

Los humanos somos los únicos seres vivos con preocupaciones de cosas que aún no suceden y tal vez nunca pasarán. En ese terreno se encuentra el miedo a la insolvencia, por lo que habrá de contestar a la pregunta ¿qué voy a hacer si…?”

La solución es sencilla de comprender, pero con regularidad difícil de instrumentar. Es necesario construir un fondo de emergencia para aliviar el estrés de un evento fortuito.

La “resolución” peligrosa es caer en el sobreendeudamiento por medio de tarjetas de crédito. Es relativamente fácil, si existe una carga previa y se acelera con la falta de recursos.

En estos casos es común la secrecía en relación a lo que ocurre; no se quiere “alterar” a la familia, se mantiene el gasto sin cambios, dando paso a la siguiente mala decisión: recurrir al empeño y a los agiotistas. La combinación es desastrosa y lo más probable es que explote pronto, transformando la situación en angustia por las discusiones en casa.

La construcción del fondo de contingencias es complicado cuando se vive al día con los ingresos, pero puede ser algo paulatino. El reto inicial es conocer cuál es el nivel de gasto mensual a través de la elaboración de un presupuesto de flujo de efectivo; es decir, responder al cuestionamiento de ¿en qué gastamos y cuándo?

Después, establecer el alcance; primero pensar en tener el equivalente a una semana del gasto promedio, luego quince días, un mes y dirigirlo a la mayor temporalidad posible, sobre todo con una cantidad con la cual te sientas cómodo y tranquilo.

Con esto, sabes que tienes cubierto un determinado lapso de erogaciones y el estrés bajará e incluso permitirá decisiones eficientes.

Es importante señalar que el dinero deberá depositarse en instrumentos líquidos, de los cuales sea factible disponer con rapidez. El costo con seguridad será un menor rendimiento, por lo que tampoco es recomendable un monto demasiado grande.

Así que forma tu fondo de emergencia y llévala tranquila

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