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No trabajes más duro, entra en flow

¿Has sentido alguna vez la sensación de pintar, correr o escribir con tal concentración que el tiempo quedó en segundo plano? Esa inmersión absoluta, esa alegría silenciosa, trasciende la inspiración y la conocemos como "flow". Mihaly Csikszentmihalyi asignó este nombre en los años noventa a ese momento donde mente y cuerpo vibran en perfecta sintonía.

Según la psicología, el flujo representa un estado óptimo, un punto donde la concentración, la motivación intrínseca y el disfrute convergen en total armonía. En la actualidad, la neurociencia muestra que durante estos episodios el cerebro tiene cambios notables, como el hecho de que la autocrítica disminuye y el sistema de recompensa actúa de manera amplia.

Lograr esa plena conexión trae consigo una satisfacción inmediata, y múltiples investigaciones confirman que vivirlo de forma habitual aumenta la felicidad, impulsa la creatividad, acrecienta la productividad e incluso fortalece la capacidad de aprendizaje. Quienes transitan en ese flow con frecuencia, desarrollan una mejor autorregulación emocional, sufren menos ansiedad y descubren un propósito más profundo en lo que hacen.

En el ámbito laboral, los beneficios son evidentes. Estudios recientes indican que sumergirse en ese flow eleva la productividad hasta en cinco veces. Lejos de ser casualidad, deportistas, artistas y líderes de alto rendimiento describen esos momentos en que "todo fluye" como esenciales en sus mayores conquistas. Lo anterior, trasciende a genios o atletas de élite; cualquiera que comprenda cómo propiciar las condiciones apropiadas está en posición de experimentarlo.

Es un estado que se cultiva con decisión, mediante prácticas específicas. La base radica en establecer objetivos claro, pues en ausencia de metas definidas, la atención pierde el foco; al contar con ellas, la concentración aumenta de manera orgánica. También es básico equilibrar el nivel de desafío. Cuando la actividad luce excesivamente sencilla provoca tedio, y si es demasiado difícil genera frustración. El secreto está en hallar ese punto que expanda nuestras habilidades sin sobrepasar los límites.

Resulta clave preparar un entorno sin distracciones. Alcanzar una concentración intensa se complica si tienes notificaciones, interrupciones y ruidos. De igual modo, comprobar el progreso mientras llevamos a cabo la tarea estimula la motivación y mantiene el cerebro enganchado.

Un aspecto fundamental es que la actividad te agrade y te apasione y trabajar en ella sea en sí mismo un deleite. Acceder al flow es una decisión deliberada para lograr una existencia plena. En lugar de aguardar a que surja por casualidad. El bienestar, la creatividad y la felicidad están más próximos de lo que parece. Anímate a forjar instantes genuinos de conexión interior.

¿Y tú, en qué actividades percibes esa vivencia de flujo? Comparte tu experiencia conmigo en LinkedIn, Instagram o X.

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