Caso Real. Los llevan a una sala de juntas de lujo; en una gran pantalla de televisión, les muestran una visita virtual al departamento en donde destacan las ventajas funcionales y las vistas maravillosas desde sus ventanas; les presentan un plan cómodo de enganche y con 5 mil pesos pueden separar su unidad; el resto deberán pagarlo contra entrega, ya sea de contado o con un crédito hipotecario. Emocionados, firman el contrato y salen felices. Días después, la pareja conversa, para darse cuenta de que estarán muy apretados con los gastos cotidianos y se arrepienten del compromiso. ¿Qué pasó? La emoción de la compra generada por el vendedor los llevó a una resolución apresurada.
Hay quien dice “yo soy valiente tomando decisiones”; sin embargo, existe un malentendido frecuente con ese término, porque el peligro es confundirlo con “imprudencia”.
Ser valiente es tener temor, conocer los riesgos y actuar sabiendo las posibles consecuencias. El hacer las cosas “sin pensar” es un albur y por mera probabilidad de aleatoriedad, tendrás fallos tarde o temprano. Si es una resolución tan importante como la de un bien raíz, puede ser catastrófico para tu patrimonio.
Todos nos hemos arrepentido de algo que adquirimos, pero es diferente sentirlo con unos zapatos que con una propiedad de millones de pesos. Siempre estará presente la posibilidad de una equivocación y mucho más si olvidamos pasarlo por el “cedazo” de los cuestionamientos.
1- Primero, debemos reconocer que las decisiones tienen un grado de emocionalidad. El cerebro de los seres humanos está programado para identificar recompensas y satisfacción subjetiva.
2.- Un buen vendedor buscará hacerte sentir que la decisión te genere felicidad. Seguramente, evocará sensaciones placenteras en la medida en que va mostrando su video 3D del departamento.
3.- Cuando entren al tema económico, te facilitarán el decir que “sí” y te provocarán un miedo a perder la oportunidad. Por lo regular, los precios están a punto de subir y hay personas deseando tomar la unidad que a ti te gusta.
Podrás separar la futura propiedad con una “cantidad ridícula” para el monto total de la operación, e incluso, hasta con tarjeta de crédito.
Tal vez sea una excelente decisión, pero cómo saberlo si te han limitado la posibilidad de revisarlo. ¿Ya te hiciste las siguientes preguntas?
¿Lo platicaste con tu pareja en privado para ver los pros y contras de las características? ¿Se acoplan a tus necesidades? ¿Tienes capital para el enganche? ¿Tienes capacidad de pago para un préstamo? ¿Verificaste la honorabilidad del desarrollador y su habilidad de construcción? ¿Cuántas opciones has visitado, habrá una mejor?
Si contestaste las preguntas y estás dispuest@ a ir en sentido afirmativo, estarás más tranquil@ con lo que hiciste. Recuerda, el mercado sigue siendo de los compradores y los desesperados deben ser ellos, no tú.
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