O cambias las reglas o te sacan del juego
- Alberto Tovar
- 2 ago
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Hoy ninguna empresa, por grande que sea, puede confiar en su éxito sin arriesgarse a quedar obsoleta. En mayo pasado, OpenAI destinó 6 mil 500 millones de dólares para adquirir io, la compañía de Jony Ive, con el objetivo de crear un prototipo físico potenciado por inteligencia artificial generativa. Este movimiento podría poner en aprietos incluso a Apple, paradigma de la innovación en hardware.
El concepto de innovación disruptiva, popularizado por Clayton Christensen, describe cómo soluciones sencillas y asequibles irrumpen en nichos desatendidos por las grandes empresas y, con el tiempo, desplazan a los líderes del mercado. Pensemos en Blockbuster y Kodak, que dominaban sus sectores hasta que Netflix y la fotografía digital los relegaron al olvido. Hoy esta dinámica se acelera y muchas iniciativas desaparecen antes de despegar.
Por esta razón, cualquier empresa —sea nueva o exitosa, grande o pequeña— debe observar el mercado con mentalidad disruptiva. Ya no basta con mejorar lo existente; es necesario cuestionar las reglas del juego, explorar segmentos descuidados y anticiparse a cambios aún invisibles.
Primero, conviene crear unidades de innovación independientes, con autonomía en presupuesto y operación, que funcionen como pequeñas startups internas. Con equipos reducidos y ágiles, estas unidades deben enfocarse en identificar oportunidades, generar prototipos rápidos y llevar a cabo pruebas con usuarios reales, libres de trabas burocráticas y de la presión inmediata del negocio principal.
En segundo lugar, es indispensable incorporar talento que aporte nuevas perspectivas y cuestione el statu quo. Además de reclutar perfiles técnicos altamente calificados; se requiere también a creativos, diseñadores y estrategas provenientes de otros ámbitos. Otra alternativa es adquirir startups con soluciones validadas e integrarlas con rapidez en su portafolio corporativo.
Tercero, gestionar estratégicamente la autocanibalización y en vez de temer que los proyectos disruptivos resten ventas a productos tradicionales, se debe planificar su lanzamiento para expandir mercados y adelantarse a los competidores.
En cuarto término, fomentar una cultura de “fallar rápido y aprender más rápido” resulta esencial. Esto implica brindar seguridad psicológica a los equipos para que experimenten sin temor, aceptando los errores como oportunidades valiosas de aprendizaje. Aquí, el coaching ejecutivo tiene un papel decisivo: ayuda a líderes y mandos intermedios a manejar la incertidumbre, mantener el enfoque y convertir los contratiempos en mejoras reales.
En quinto lugar, las áreas comerciales necesitan rediseñar sus incentivos y programas formativos, implementando sistemas de compensación que reconozcan y premien las soluciones disruptivas. Además, es recomendable formar un equipo especializado en nuevos productos para garantizar la dedicación exclusiva, sin distraer la atención del resto del personal.
Finalmente, es imprescindible alinear métricas y expectativas. Los proyectos disruptivos no pueden evaluarse con los mismos KPIs que un producto ya consolidado.
La disrupción obliga a replantear cada regla y explorar múltiples caminos para integrarla en la estrategia corporativa. Ignorar este fenómeno equivale a quedar al margen de un mundo que no se detiene.
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