La primera columna en la cual vinculé a las finanzas personales con el Covid fue en marzo de 2020; mucho ha pasado desde entonces y estamos lejos de domar la pandemia, vamos en la tercera ola en México y por la quinta en el continente europeo. Aunque teníamos la expectativa de una evolución rápida, los expertos en la materia advirtieron desde un principio que serían alrededor de 24 meses, los cuales ahora también están rebasados.
Si antes veíamos a la pandemia como un cisne negro pasajero, hoy, es parte del futuro.
1.- En cuanto al trabajo, para algunos significó perder su fuente de ingresos y otros tuvieron que reinventarse. Hay quienes manifiestan que les sentó de perlas el encierro y se ajustaron al home office y no están dispuestos a dejarlo.
2.- Los cierres de negocios han estado al por mayor, pero es sorprendente cómo muchos han nacido; destacando microempresri@s que han aprovechado la “economía participativa” a través de las herramientas digitales al alcance.
3.- En general, nos ha hecho conscientes de la vulnerabilidad en la salud y en particular de la cercanía de la muerte. Esto ha conducido a más responsabilidad en términos de previsión y establecer planes.
4.- Existe un segmento importante de la población que ha sufrido seriamente la pandemia, porque les ha tocado perder a un ser querido, tal vez quien aportaba los ingresos. Ha implicado endeudamiento, retiro de las cuentas de Afore, conflictos en el hogar, etc.
5.- Hasta el entretenimiento se modificó; se fortalecieron las opciones de streaming y las salidas a restaurantes, antros y lugares turísticos se realizan con cuidado y protocolo.
6.- Si revisamos la estructura de gastos previo y durante el Covid, nos vamos a encontrar con seguridad una transformación trascendente en el patrón de consumo; desde alimentos, energía, vestido, diversión, etc.
7.- Se reportan diferencias en la perspectiva de jubilación. Hubo quienes pensaban dejar el trabajo; sin embargo, ante la posibilidad de hacerlo desde casa lo postergan y también la crisis económica los obligó a seguir laborando.
8.- La educación ha sido de las grandes áreas de impacto. Las clases virtuales no son lo mismo para maestros, alumnos y papás. El rendimiento baja y las consecuencias se verán a lo largo del tiempo. Incluso, algunos han decidido dejar la universidad o moverse por completo de orientación profesional.
9.- La interacción humana con familiares, amigos y colaboradores se trastocó de manera diametral. La virtualidad en las comunicaciones se hizo una constante, al grado que está provocando trastornos psicológicos.
Considero que es relevante reflexionar de cómo nos ha cambiado la experiencia Covid, aprender de la nueva realidad y calibrar las decisiones a esas circunstancias.
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