El extraño que manejará tus finanzas mañana
- Alberto Tovar
- hace 3 horas
- 2 Min. de lectura

¿Le dejarías tu dinero a un desconocido confiando en que lo cuidará por ti? Suena absurdo, pero eso ocurre cuando ignoramos las necesidades del “yo futuro”. La neurociencia revela que el cerebro lo percibe como a un extraño, y esa distancia emocional explica por qué se les resta urgencia a decisiones como ahorrar, invertir, protegernos con seguros o gastar con cautela.
Investigaciones demostraron que al imaginar cómo seríamos dentro de diez o veinte años, el cerebro activa áreas similares a las que usamos para pensar en un desconocido. Esa desconexión provoca que gastar hoy resulte más atractivo que prepararse para el mañana. El problema no es la falta de información, sino la ausencia de conexión emocional.
Este hallazgo transforma la forma de entender las finanzas personales. Saber que conviene ahorrar, invertir o contratar un seguro no basta; hay que sentir que esas decisiones protegen a quien serás en el futuro y debemos procurarlo.
La visualización es una de las estrategias más efectivas; ahora es posible por medio de la IA, proyectar nuestra propia imagen envejecida. Estudios demuestran que quienes viven esta experiencia destinan más dinero a su retiro, aumentan aportaciones a planes de inversión y priorizan gastos esenciales sobre impulsivos. Para reforzarlo, ayuda escribir al yo del futuro, describiendo cómo queremos que viva, qué errores deseamos evitar y qué agradecimientos nos gustaría recibir. Este ejercicio activa la empatía.
Otra posibilidad es usar el método “Ahorra Más Mañana”, de Richard Thaler y Shlomo Benartzi, que aprovecha la tendencia a diferir decisiones y busca comprometerse a guardar a partir de ingresos futuros. Así, en lugar de recortar de golpe, se destina parte de aumentos salariales o bonos, lo que permite que el ahorro crezca sin resentir el nivel de vida actual.
Puedes usar también la automatización con transferencias programadas, inscripción en planes de retiro y escalada progresiva de aportaciones. Al eliminar la necesidad de decidir cada vez, se reduce la tentación de gastar.
Incluso la protección patrimonial, como la contratación de seguros, cobra otro sentido, pues va más allá de pensar en gastar en algo que tal vez no usemos, sino blindar a ese yo futuro frente a riesgos que podrían arruinar su estabilidad. Lo mismo ocurre con la inversión viéndola como una herramienta para que el yo de mañana tenga libertad de elegir.
En el fondo, las finanzas personales son un acto de amor propio, proyectado en el tiempo. Cada peso que ahorras, inviertes o proteges no es dinero que pierdes hoy, sino un regalo que te haces para vivir con tranquilidad mañana.
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