“¡Estoy abrumado, no sé qué decidir!” ¿Te suena familiar? Cuando enfrentamos encrucijadas importantes en la vida o el trabajo, a menudo se convierte en una lucha mental. Esto ocurre porque, además de nuestra personalidad, hay varios factores que están presentes y entenderlos es esencial para elegir correctamente. En este sentido, el coaching ejecutivo es de suma ayuda en el proceso
Para empezar, es fundamental aceptar que todas las decisiones tienen un ángulo emocional. La ciencia ha demostrado que incluso en elecciones aparentemente racionales, se activan las regiones del cerebro que gestionan las emociones.
Además, los sesgos cognitivos distorsionan el juicio. Por ejemplo, el sesgo de confirmación nos lleva a buscar información que reafirme las creencias existentes, mientras que la aversión al riesgo hace que evitemos los resultados inciertos. Ser conscientes de estos sesgos es clave para tomar decisiones equilibradas.
¿Por qué se complica? Porque al elegir una opción, renunciamos a otras, lo que se conoce como costo de oportunidad. Esto nos induce a explorar todas las alternativas disponibles; sin embargo, el exceso de ellas puede ser angustioso y dificulta la elección. En muchos casos, es útil aplicar un proceso de descarte para reducir el número de posibilidades y simplificar.
Debemos de considerar las consecuencias y escenarios asociados. Es vital analizar estos elementos, especialmente en decisiones relevantes. Darse el tiempo para evaluar los posibles resultados y bajar el riesgo.
Las expectativas sociales también juegan un papel importante en definir lo que es aceptable o deseable en un contexto determinado. Además, las experiencias previas, incluidas las de éxitos y fracasos influye. A veces, nos hacen ser más cautelosos, mientras que en otras ocasiones nos impulsan al riesgo.
El estado físico y emocional puede afectar el resultado. Decidir cuando estamos cansados, estresados o eufóricos es diferente a cuando nos encontramos en un estado de calma y equilibrio. La autoconsciencia es clave para evitar las precipitaciones irracionales.
Los recursos disponibles, como dinero, tiempo, información y apoyo social, también influyen, así como la visión que se tenga de uno mismo en el futuro.
El trabajo del coach es tener en cuenta todos estos factores multidimensionales, la personalidad y las circunstancias, para ayudar al cliente a tomar decisiones racionales, emocionalmente inteligentes y alineadas con sus objetivos y valores.
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