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Foto del escritorAlberto Tovar

La paradoja de la rapidez en las decisiones


Desde la llegada de Internet fuimos inundados por la rapidez; surgió una verdadera revolución de la comunicación y la tecnología en una carrera acelerada, expandiéndose a todos los ámbitos.

Está prisa ha venido incrustándose en nuestra manera de actuar y es parte de la cultura de las nuevas generaciones. ¿Queremos saber algo? guglealo; ¿deseas aprender sobre un tema?, entra a Youtube; incluso, en casa tienes programada que prenda la luz, la alarma se active, empiece a funcionar la cafetera; lo cotidiano por anticipado.

Nos desesperamos si el video dura más de dos minutos o si nos dejan de responder de inmediato un WhatsApp; enviamos la foto en el momento en que suceden las cosas; todo es expedito.

Preferimos un resumen de un libro o una plática breve de un científico, que investigar a profundidad. Las mismas universidades cambian sus planes de estudio para sumarse con metodologías light en aras de la rapidez, hacer un tributo a lo instantáneo, como si fuera una sopa Maruchan.

El mundo de los negocios va también por ese camino, carecemos de tiempo para pensar, para analizar; lanzan un “pitch” y los capitales dan rápido el financiamiento sin corroborar mucho los datos, empiezan a trabajar, pero deben salir al mercado ya… probando, actuando, corrigiendo, volviendo a testear (como dicen).

Esto deslumbra y hay que tener precaución de no caer en la “paradoja de la rapidez” la cual es muy obvia: perder las ventajas de lo lento.

En efecto, se pude tener un éxito rápido; sin embargo, a esa misma velocidad es posible sufrir un fracaso estrepitoso.

¿Queremos ejemplos? Volteamos a nuestro alrededor, cuantificamos cuántos negocios han cerrado en el entorno que nos movemos, ¿cuántos de ellos decidieron rápido su apertura? “van a ganarnos la idea, decían”.

La rapidez ya costó una caída de las bolsas en el 2000 con la desilusión de las empresas punto com. Hoy vemos como compañías se encubran y otras se desvanecen casi de manera imperceptible.

Seamos conscientes y cuidadosos con la urgencia y en el terreno de las finanzas personales analicemos con tiempo cuando así se requiera. ¿Cuántos compraron criptomonedas y perdieron su dinero? Hasta se molestaban si alguien les cuestionaba.

Aclaro, yo soy el primero en reconocer que la rapidez llegó para quedarse y disfruto enormemente la tecnología y la comunicación; además de cómo el conocimiento está al alcance de unos cuantos clicks, pero también estoy convencido de que en los asuntos del patrimonio es conveniente pasar por un escrutinio más serio que permita mantener solvencia y tranquilidad.

¿Tú qué opinas de la rapidez? Coméntame en Instagram: @atovar.castro

Twitter: @albertotovarc

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