En Estados Unidos la tasa de desempleo llega a 14.7 por ciento, la mayor desde la gran depresión y con más de 33 millones de solicitudes para la prestación otorgada a quien se encuentre en esta situación.
En México se perdieron 753 mil empleos formales hasta abril, apenas en el inicio de la crisis; sin embargo, deja de considerar a los millones de la economía informal que han suspendido por completo su trabajo y representan al menos el 30 por ciento de la fuerza laboral.
Aun así, parecen pocos comparados con nuestros socios del norte, pero que responde a un hecho contundente, encontrarse sin ocupación es un lujo, al carecer de una prestación de desempleo y el nivel de ahorro posible es ínfimo.
A lo más, es factible disponer como máximo por parte de la Afore de 90 días equivalentes del salario diario de cotización y ojo, va contra tus recursos ahorrados para la jubilación; es decir, postergas el problema, pues tendrás menos dinero cuando alcances esa etapa.
En México, el verdadero seguro de desempleo es la familia y en es contexto es válido recurrir a ella por ayuda, con equidad en el planteamiento.
Es fundamental no esperar a que se acabe el último centavo y llegue la ansiedad para analizar salidas, en el sentido de pedir posada, algún préstamo blando o si existe una empresa el apoyar el proyecto. A fin de cuentas, si se declaró el negocio familiar, es para ver la manera de que el patrimonio soporte al clan, siempre y cuando haya productividad en el proceso, de otra forma terminan sangrándola y haciéndola desaparecer.
En el ámbito interno la familia es como el consejo de administración de una compañía y se puede buscar a los cercanos para encontrar sabiduría en las resoluciones, ya que debemos de concebir las finanzas como un objetivo conjunto.
Ocultar una condición crítica daña más, porque no se alcanzan a llevar a cabo acciones de la magnitud requerida.
Por el contrario, cuando se habla, resulta una catarsis liberadora para quien mantiene los problemas en secreto. Claro, provoca la preocupación de los miembros, pero es parte de una situación en donde todos habrán de participar.
Lo peor es seguir pensando y actuando como si no pasara nada; en ese terreno se suelen tomar muy malas decisiones y la realidad llega a ser aplastante tarde o temprano.
Incluso, es conveniente dialogar sobre la eventualidad de un contagio de Covid-19 en el seno de la casa; ¿cómo actuarían y cuáles serían las acciones financieras? ¿Se tiene la información de cuentas y papeles importantes para acceder a los recursos?
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