
Ya antes de la pandemia muchas parejas preferían vivir juntos sin estar casados y el Covid 19 aceleró la tendencia, como consecuencia del aislamiento y de la cancelación de eventos sociales y religiosos. ¿Cómo podrían afectarse sus finanzas en el largo plazo?
Hay un cambio de comportamiento en la construcción de familias. En principio, está presente una desvalorización de la institución matrimonial, como forma de asociación legal y espiritual; además, la idea de que la unión no necesariamente es permanente.
Según el INEGI, el número de matrimonios mostró un avance hasta 1999 cuando llegaron a 743 mil, de ahí empezó una reducción, alcanzando el 32 por ciento menos en 2019 con alrededor de 505 mil. En el 2020 se desplomaron por razones del confinamiento y únicamente se llevaron a cabo 335 mil.
En contrapartida, los divorcios se elevaron al triple en los últimos 20 años, a excepción del 2020. Para darnos una idea, en 1994 había sólo 5 divorcios por cada 100 matrimonio; ahora esa proporción aumentó a 30 por ciento.
Una ventaja evidente de la convivencia informal es que la pareja puede verificar si son compatibles, previo de comprometerse y así evitan los dolores de cabeza del divorcio que es causa de complicaciones legales y económicas.
Es una relación con más libertad financiera, sobre todo si los dos trabajan y se vive como roomies y hasta podrían bajar algunos gastos al ser compartidos. En teoría no hay que darle explicación de las compras a la pareja.
Ahí es en donde está el reto, porque puede conducir a derrochar y endeudarse, al perder la visión de largo plazo. Como lo he comentado, estudios han encontrado que las personas casadas tienden a contar con un mayor patrimonio, comparadas con las solteras. La hipótesis es que la formación de una familia genera un sentido de responsabilidad sobre el futuro.
Esto nos da un punto de referencia para reflexionar, pues es necesario tener una consciencia patrimonial; si piensan que la relación será para siempre. Significa que el periodo de prueba también funciona para analizar su compatibilidad financiera y ajustarla para crecer en términos de bienestar.
Es imprescindible administrase de manera adecuada para las inversiones y las propiedades para que ambos estén protegidos legalmente ante una eventual separación, pues, aunque no existe un papel de por medio son corresponsables en sus activos y pasivos.
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