Me parece que hay una “fiebre de productividad”, buscando sacar la rentabilidad más alta del tiempo utilizado. Han surgido un sinnúmero de aplicaciones que ayudan a administrar nuestras actividades y la coordinación entre grupos de trabajo; además, los influencers, a través de las redes sociales, impulsan habilidades para elevar la eficiencia, como leer rápido, comunicarte mejor o concentrarte. Todo eso está muy bien y es positivo; sin embargo, en ocasiones olvidamos lo obvio.
En ese afán de hacer más en menos tiempo, hemos provocado una paradoja y nos distraemos continuamente, convirtiéndonos en dependientes de los dispositivos que nos “ayudan”. Platicamos con alguien mientras contestamos mensajes; detenemos todo, por atender un sonido del celular; o, simplemente, se pierden horas revisando las redes sociales como Tiktok, Instagram o Facebook. El riesgo es que la “liberación tecnológica” nos haga caer en una esclavitud adictiva.
Te invito a reflexionar sobre cuatro ideas que han estado antes de la digitalización y nos fortalecen para alcanzar los objetivos.
1.- Una herramienta básica es entender la llamada Matriz Eisenhower (presidente de EU en el periodo 1953-1961) que te lleva a evaluar las actividades entre importantes y urgentes, para desechar las que te hagan perder el tiempo y dejen de aportar, mientras te dedicas a lo realmente significativo.
Un aspecto central es que lo importante y no urgente resulta ser lo valioso, porque de otra manera, vivirás siempre con premura, estrés e ineficiencias.
2.- Precisamente, la planeación entra en esa categoría de importante, no urgente. Con regularidad se olvida, pero se trata de elaborar un mapa de hacia dónde vas y cuál es el camino para llegar.
Este proceso implica tener las metas claras, generar estrategias para alcanzarlas, disponerlas en el tiempo, otorgarles un presupuesto y evaluar los avances. Es un punto de referencia que bien puede ser modificado, pero da sentido a lo que haces.
3.- Cuando entras ya a la acción, lo recomendable es “afilar la sierra” como si fueras a talar un árbol, porque al despreciarlo, perderías mucho tiempo serruchando sin llegar a cortar. En términos del hacer diario es prepararse, aprender, obtener habilidades y conocimiento.
4.- En ese mismo canal hay otra analogía valiosa que está reñida con las prisas: “el buen carpintero mide dos veces”. En ocasiones gastamos un mayor esfuerzo en corregir y rehacer, en lugar de revisar previamente lo que llevaremos a cabo. La premura nos conduce a la equivocación.
Entiendo que se quiere hacer todo a la “velocidad de Internet”, pero existen actividades que, haciéndolas despacio y con calma, se tienen resultados rápidos.
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