top of page

Riesgos del emprendedor “todoterreno”

ree

¿Deseas independizarte? Cuidado con convertirte en un “emprendedor todoterreno”, ese que pretende hacerlo todo sin ayuda. Según una encuesta de Gallup, 40 por ciento de quienes inician un negocio evita delegar tareas clave y confía sólo en sí mismo; el precio suele ser que el sueño de construir algo propio se transforma en una losa que amenaza con aplastarlo.

Estudios y testimonios coinciden en que, lejos de asegurar el éxito, esta dinámica provoca una fuente principal de desgaste, ineficiencia y fracaso. Desde una perspectiva psicológica, cargar con todas las responsabilidades genera una presión desmedida. La sobrecarga desemboca en fatiga crónica, ansiedad y, con frecuencia, burnout.

A ello se suma el perfeccionismo, el miedo a delegar por inseguridad y el síndrome del impostor. El fundador intenta demostrar que puede con todo… hasta que el cuerpo o la mente le exigan frenar. Cuando eso ocurre, la calidad de las decisiones, la creatividad y la capacidad de liderazgo se resienten.

En el plano operativo, el emprendedor que no delega resulta ser el principal cuello de botella. Cada proceso depende de él, cada resolución espera su aprobación. El negocio se ralentiza, aparece la microgestión y con ello el equipo esta lejos de sentirse empoderado, ni actúa con autonomía. Las tareas se acumulan, los errores crecen y el caos se instala, disfrazado de esfuerzo bien intencionado.

La autogestión absoluta también es carísima;  se desperdicia el tiempo en actividades que otros podrían realizar y se desaprovechan oportunidades al descuidar lo estratégico. Gallup calcula que quienes delegan con eficacia generan hasta 33 % más ingresos que quienes no lo hacen. La lógica es sencilla: si el fundador concentra su tiempo en aquello que sólo él puede aportar el negocio avanza; si se diluye en lo operativo, queda estancado.

En términos estratégicos, al aferrarse al control se pierde la perspectiva. Queda atrapado en la rutina diaria, sin espacio para pensar a largo plazo ni innovar. La empresa se vuelve dependiente de una sola persona, incapaz de escalar o adaptarse.

En efecto, la determinación requiere pasión y mérito; sin embargo, creer que alguien domina todas las áreas es ingenuo. Lo inteligente es invitar a otros a complementar el proyecto y potenciar lo que apenas se vislumbra como un buen negocio.

Muchos grandes emprendimientos nacieron en un garaje, cierto, pero ninguno creció en soledad. Detrás de cada idea brillante hubo mentes aliadas que la hicieron avanzar y construir el futuro. Emprender no implica aislarse, sino rodearse de talento, porque incluso las visiones más potentes necesitan otros ojos, manos y corazones para volverse realidad.

¿Tienes una idea de negocio rondando en la cabeza? Coméntame en LinkedIn, Instagram, o X y sígueme en el podcast “Dinero y Felicidad”, en Spotify, Apple Podcast, entre otros

Comments


Suscribirse

©2019 by Alberto Tovar. Proudly created with Wix.com

  • facebook
  • twitter
  • linkedin
bottom of page