Ni siquiera vale la pena entrar a la controversia técnica de si estamos en una recesión; es un hecho que hay un menor dinamismo productivo y una seria incertidumbre sobre la evolución futura de México y el mundo en general. Esto se ve reflejado en nuestras finanzas y urge prepararse para no salir afectados.
Hemos sufrido un sinnúmero de crisis y las empresas han aprendido la lección, de tal manera que se ha generado lo que yo llamo un “efecto resorte”. En tiempo de bonanza invierten y expanden sus mercados; pero al haber un impasse, inmediatamente reaccionan y se hacen pequeñas, ajustan su planta, y moderan el endeudamiento.
Así debemos responder en términos personales, ante una problemática económica en la cual se agudizaría el desempleo; los salarios reales tiendan a reducirse; y baja la demanda para nuestros negocios. Es imprescindible cerrar la llave a gastos superfluos; cuidar las decisiones de inversión; y el nivel de crédito. La finalidad es evitar caer en la insolvencia.
En el terreno de la administración familiar obliga a ser ordenados y ceñirse a un presupuesto acorde con el ingreso. Además, es conveniente formar una reserva para imprevistos.
En relación a las percepciones, es recomendable revisar si es posible aumentarlas para tener un mayor colchón; ya sea con otras alternativas de trabajo o con una entrada extra.
En las inversiones dejemos el mercado bursátil a los expertos o a quienes les guste tomar riesgos. Si bien se puede reponer de la caída de alrededor de 20 por en un año, el timing es importante, pues todavía ronda el fantasma de la no ratificación del TMEC; las constantes amenazas comerciales entre Estados Unidos y China; un Brexit sin concretarse; y los vaivenes de países latinoamericanos.
En cuanto a los fondos de renta fija habrá que tener precaución de los portafolios, porque empresas y entidades públicas podrían verse afectados por malas notas de las calificadoras y observar minusvalías.
Aun cuando la tasa de referencia de Banco de México bajó un cuarto de punto, su impacto es limitado en la producción y en el costo del endeudamiento. Sin embargo sí es una señal de que conviene amarrar un rédito bancario que alcanza el 10 por ciento.
En cuanto al mercado de dólares continuará volátil y difícil de pronosticar. En caso de buscar cobertura es posible hacerlo con un ETF de bonos del tesoro de Estados Unidos.
El precio del oro ha venido elevándose al ser considerado un refugio cuando existe incertidumbre internacional y lleva acumulado en el año una ganancia de aproximadamente 23 por ciento. Si se quiere participar también se puede hacer a través de un ETF.
Los Bienes Raíces son una buena opción, pues en recesión el poder negociador en el mercado es de los compradores; solo recuerda que es un activo de largo plazo con reducida liquidez.
Más que nunca, las decisiones deben de ser analíticas para mantener las finanzas sanas en un momento de menor dinamismo económico.
¿Cómo sientes la recesión en tu bolsillo?
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