La gran mayoría de bancos están otorgando a sus clientes cumplidos la posibilidad de suspender los pagos de sus créditos, sean de tarjeta, personales, nómina, hipotecarios e incluso de PYMES. Suena muy bien como promoción, ¿pero en realidad nos conviene?
Como la iniciativa es de las propias instituciones, puede ser diferente entre cada una de ellas. Proponen cuatro meses de suspensión de pago, sin afectación en el Buró de Crédito, ni gastos de cobranza, ni intereses moratorios. Es importante señalar que “sí” seguirán cobrando los intereses pactados; empero en la información presentada queda confuso, si serán capitalizables o se mantendrán pendientes. Es crucial que cada quien haga su investigación con el banco correspondiente y hablar para detallar las condiciones.
En general, se tiene hasta el 30 de abril para elegir esta opción, con la posibilidad de extenderla a decir de algunas instituciones.
Quiero ser categórico: de existir una incapacidad patrimonial para hacer frente a los pagos de deudas y además los gastos cotidianos, la alternativa planteada es excelente porque quita la presión de corto plazo y podría permitirles a muchos salir avante con la esperanza de que en cuatro meses ya se esté operando de manera normal para retomar el camino productivo. Por ejemplo, en Estados Unidos según JP Morgan las PYME´s pueden durar 27 días “vivas”; con seguridad en México es considerablemente menos.
Seamos conscientes que en términos de las finanzas personales se estaría provocando una bola de nieve. De no contar con ingresos suficientes, al finalizar el plazo habrá un riesgo alto de insolvencia. Recordemos, hay costos altísimos como es en las tarjetas y si se sigue utilizando, además de la capitalización de intereses, podría llegar a una situación en verdad alarmante.
En caso de tener el patrimonio para seguir pagando las deudas sería recomendable hacerlo e incluso pensar en la venta de algún activo. El punto central es que por muy bien invertido el recurso, en estos momentos sería preferible liquidar los de tasas altas, como los son las tarjetas.
El enfoque de la promoción es “apoyar a los deudores”; sin embargo, los bancos tampoco son las hermanas de la caridad. Con esta medida dan un respiro a sus clientes para evitar que caigan en morosidad y su cartera vencida se eleve en forma significativa y tengan problemas de capitalización, además de arrancar un sinnúmero de procesos legales que les generan pérdidas.
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