A Henry Ford se le atribuye la famosa frase: "Tanto si crees que puedes como si crees que no puedes, estás en lo cierto." Esta cita subraya el poder de los pensamientos y cómo estos influyen en la manera de percibir el mundo. En el campo del coaching, este principio es crucial, ya que las creencias son la base para resolver problemas y mejorar el rendimiento.
A lo largo de la historia, el ser humano ha buscado entender cómo operan sus creencias, explorando enfoques que van desde corrientes psicológicas y espirituales hasta el uso de medicamentos o psicodélicos. Para adentrarnos en su análisis, las creencias se pueden clasificar en diferentes niveles, desde las superficiales hasta las que modelan nuestras decisiones trascendentales.
Las creencias de primer orden son simples y visibles, reflejando pensamientos claros y directos sobre nosotros mismos y el entorno que nos rodea. Son explícitas y a veces incluso medibles. Un ejemplo sería una afirmación como: "delegar aumenta la productividad". Son ideas guiadas por la lógica, lo que facilita su modificación a través de razonamientos específicos.
Por otro lado, las de segundo orden, o metacreencias, afectan los valores y principios que sustentan las creencias de primer orden. Un ejemplo sería: "cuando delego, las personas no cumplen con su compromiso". Es decir, influyen en las expectativas y en los comportamientos que adoptamos en función de nuestras posturas básicas.
Finalmente, las creencias de tercer orden son las más abstractas y están arraigadas en la identidad y visión del mundo. Un ejemplo sería: "cuando delego, pierdo el control". Estas creencias no solo moldean cómo interpretamos las metacreencias, sino también cómo nos relacionamos con la realidad de manera global. Son las más difíciles de modificar porque están ligadas a las estructuras mentales y emocionales, muchas veces formadas desde la infancia y reforzadas por los valores culturales y sociales que nos rodean.
Si bien es relativamente fácil cambiar las creencias de primer y segundo orden mediante ejercicios orientados a mejorar el rendimiento en situaciones concretas, como dar una buena presentación o manejar la presión en un partido, las creencias de tercer orden requieren una intervención profunda. Para transformarlas es necesario un autoconocimiento exhaustivo, disposición para cuestionar las "verdades" arraigadas, y la capacidad de adoptar nuevas perspectivas.
En este proceso, las terapias y los enfoques de desarrollo personal juegan un papel clave, al proporcionar herramientas y estrategias que ayudan a desmantelar estas estructuras rígidas y sustituirlas por creencias más adaptativas y flexibles.
¿Te has preguntado sobre tu sistema de creencias? Coméntame en redes sociales como LinkedIn, Instagram, o X y sígueme en el podcast “Dinero y Felicidad”, en Spotify, Apple Podcast, entre otros
Comments