Por más absurdo que parezca, las finanzas personales de los mexicanos dependen de la estrategia de reelección del presidente de Estados Unidos. Donald Trump aprovecha el nacionalismo de sus compatriotas para culpar a México de la migración ilegal e impone un castigo con los aranceles a los productos internos, dañando gravemente la economía familiar.
Y es que el horno no está para bollos, el país ya está en una recesión técnica al caer la producción real por dos trimestres consecutivos; la inversión privada nacional y extranjera está lenta por las acciones de López Obrador; y la renegociación del tratado de libre comercio sigue pendiendo de un hilo, con las medidas proteccionistas de nuestros vecinos del norte.
El efecto inmediato se da sobre el mercado cambiario. En un sondeo realizado la semana pasada por El Financiero entre expertos, se menciona la posibilidad de que la paridad registre una depreciación de hasta el 25 por ciento, con un nivel de 24 pesos por dólar de aplicarse puntualmente las amenazas de Trump. Dicho incremento conduciría a una presión inflacionaria significativa por el aumento de los precios de artículos e insumos importados; más aún, si el gobierno de México corresponde también con un pena tarifaria a EU, ante la guerra comercial. Recordemos la enorme dependencia con el encadenamiento productivo y de consumo.
Las tasas de interés que se suponía habían alcanzado su nivele tope y se esperaba una reducción, deberían de arremeter otra alza para abatir la inflación y salida de capitales.
Es muy obvio que la combinación de todos los factores señalados conlleven a una confirmación de la recesión que significa menor producción, desempleo y salarios bajos.
El escenario pesimista es una crisis marcada por la “estanflación”: caída de producción e inflación elevada.
En términos de inversión financiera la volatilidad seguirá privando mientras quede indefinido si entrará en vigor la sanción arancelaria y hasta dónde llegue, provocando una elevación del riesgo.
El problema es que no es factible prever con seguridad la aplicación del castigo y dependemos en buena medida de las estrategias irracionales del mandatario estadounidense.
Proteger el patrimonio implicaría adquirir dólares o algún instrumento ligado a dicha moneda, pero nadie garantiza que todo quede atrás y regrese a los valores anteriores, por lo cual hay una posibilidad de pérdida.
Es injusto, porque la mayoría de los mexicanos carecen de los recursos para cubrirse y pagarían los platos rotos de las necedades de los políticos de ambas naciones. Como siempre.
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