El origen etimológico de la palabra “rico” está vinculado al poder y la fuerza; por eso su definición es ambigua. Con frecuencia se asocia con un gasto elevado, pero eso no necesariamente implica tener mucho dinero, podría ser que todo lo debiera. Desde una perspectiva de Finanzas Personales ¿A qué tipo de riqueza es conveniente aspirar?
Una relación inmediata cuando pensamos en un “rico” es la imagen de famosos como Carlos Slim, con un enorme capital en empresas o, desde una visión casera, el vecino que acaba de adquirir un auto de marca cara y último modelo. En ambos casos podría haber esa sensación de “poder”; sin embargo, valdría la pena ampliar el concepto para introducir la viabilidad de largo plazo y el disfrute de las posesiones.
En principio, distingamos la abundancia desde la óptica del patrimonio; es decir, se puede carecer de ingresos de una actividad productiva y contar con grandes sumas de dinero al haber sido heredadas o acumuladas en su vida laboral. El problema, es el riesgo de que la falta de flujo conduzca a la incapacidad de sufragar los gastos cotidianos, dado que el recurso está en bienes difíciles de hacer líquidos. Por eso existen los centros de empeño para dicho segmento.
Del otro lado de la moneda, hay quien tiene ingresos espectaculares y “disfruta como rico”, pero al paso del tiempo se convierten en “alguien que tuvo” y ya no. Lo consumió, y ahora vive de glorias pasadas e incluso, con serias dificultades para solventar los compromisos. Un monto desmedido de gastos lleva por lo regular a las deudas, pues en el primer tropezón prefiere apalancarse para evitar pasar por la vergüenza social de la desgracia económica.
Ambos extremos están mal y la riqueza que les propongo es de balance entre los dos conceptos, sosteniendo un determinado nivel de vida que vaya aumentando de acuerdo con la viabilidad de largo plazo. Significa que puedes comprarte un auto nuevo o un yate, siempre y cuando tengas capacidad para mantenerte más adelante, y así no se presente un arrepentimiento.
Los instrumentos básicos para construir el balance son el presupuesto y el cálculo del valor neto. Con ellos es posible darle seguimiento tanto al flujo como al patrimonio.
Te invito a seguir este espacio en día de mañana en la página de El Financiero, en donde seguiré abordando estos temas.
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