El riesgo siempre estará ligado a las finanzas personales; incluso, aunque no queramos introducirlo en el análisis de la toma de decisiones. La percepción de dicho concepto es tan relevante que determina cómo, ante un mismo dilema económico, habrá diferentes resoluciones, dependiendo del pensamiento de quien este detrás. ¿Somos buenos en eso?
Acciones, tales como armar un presupuesto para administrar los recursos; adquirir coberturas; ahorrar para imprevistos; guardar el dinero debajo del colchón; ingresar a la bolsa; comprar Bitcoins; o entusiasmarnos con una pirámide que promete hacernos ricos, tiene todo que ver con la forma de entender el riesgo.
The New York Times publicó un artículo hace unas semanas titulado “Por qué probablemente no eres tan bueno en la evaluación de riesgos”. Afirma que las mentes pierden claridad sobre el peligro, y es importante recordarlo mientras navegas por la vida. Las observaciones son en el marco de la pandemia; sin embargo, vale la pena considerarlo para las finanzas familiares.
El comportamiento entra en el ámbito de la psicología social y la manera en que el ser humano reacciona ante ciertos estímulos.
1.- Identifican un “sesgo optimista” si las personas piensan que su propio riesgo es menor al de otras; podemos enterarnos de cómo el vecino tiene un descalabro por un abuso del crédito o disponer sus ahorros a un negocio “milagro”, pero decimos “eso no me sucederá a mi”, aun cuando tengamos una conducta similar.
2.- Dicen que hay un “falso sentido de control” y ponen como ejemplo la sensación de seguridad al conducir un auto en carretera, en vez de volar, a pesar de que las estadísticas demuestran que se presentan muchos más accidentes viales.
En el terreno financiero es común sentirse tranquilo porque “te alcanza” con tu ingreso y dejas de ver el endeudamiento excesivo o la falta de ahorro para contingencias.
3.- También hablan de “indicios culturales poco claros”. Se refiere a las señales que tenemos previas y en este caso estaremos influidos por nuestras historias, como sería si en la casa paterna sufrimos una crisis muy profunda, probablemente seremos precavidos o hasta miedosos con el manejo del dinero. Del otro lado de la moneda, si hubo auge en la niñez, podríamos pecar de despreocupados.
4.- El “sesgo de confirmación” pasa al buscar ideas que vayan de acuerdo con lo que emocionalmente deseamos y omitimos las opiniones contrarias. Existe una tendencia a reafirmar los pensamientos, en lugar de ponerlos a prueba.
5.- En lo personal añadiría un sesgo frecuente, que es el de evitar aceptar las pérdidas inminentes. Mantenerse en malos negocios o inversiones cuando el análisis indica lo opuesto.
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