Más tecnología, mismo problema: falta inclusión financiera
- Alberto Tovar
- 27 mar
- 2 Min. de lectura

Vivimos en un mundo hiperconectado, donde la tecnología facilita la comunicación y las transacciones financieras, además de brindar acceso a productos y servicios que hace apenas una década resultaban inimaginables. A partir de ello, esperaríamos un avance firme en la inclusión en México; aunque los datos recientes de la encuesta que la mide (ENIF 2024) muestran un panorama menos alentador.
La inclusión financiera abarca el acceso a productos bancarios, créditos formales, seguros, ahorro para el retiro y, de manera esencial, el conocimiento suficiente para administrar estos recursos. Constituye el medio que impulsa a las personas a mejorar su calidad de vida, generar riqueza y planificar un futuro estable.
De acuerdo con la ENIF 2024, el 76.5 por ciento de la población adulta en México posee al menos un producto financiero formal. A primera impresión luce como una cifra alentadora, pero al profundizar un poco surgen desafíos considerables. Uno de ellos es la marcada brecha de género: mientras 8 de cada 10 hombres cuenta con productos formales, esta proporción disminuye a 7 entre las mujeres. Tal disparidad evidencia que aún persiste un reto cultural y estructural para garantizar que ellas accedan en igualdad de condiciones a los beneficios.
Asimismo, el 36.6 por ciento de la población continua recurriendo de manera exclusiva a medios informales para ahorrar—como tandas o guardar su dinero en casa—lo que refleja una clara desconfianza o un acceso limitado a los canales institucionales.
También influye el uso intensivo del efectivo en compras menores de 500 pesos. Aunque bajó un poco, pasando 85.2 por ciento, permanece muy elevado en un entorno donde las transacciones digitales tendrían que estar más afianzadas por motivos de comodidad, seguridad y eficiencia. En otros países, casi todas las operaciones ocurren mediante tarjetas, y hasta causa extrañeza pagar con billetes y monedas.
La tecnología móvil, pese a su rápido avance y aceptación, aún dista de resolver el problema. Es cierto que el uso de aplicaciones bancarias ha aumentado a 69.1 por ciento en tres años; sin embargo, persiste una porción importante de la población, sobre todo en zonas rurales o marginadas, que siguen sin contar con estos progresos por carencia de infraestructura confiable, instrucción digital o falta de cobertura en esas regiones.
La encuesta revela un nivel reducido en la adopción de productos esenciales para el bienestar financiero a largo plazo. Apenas el 22.9 por ciento de la población dispone de algún seguro, porcentaje que descendió desde 2015, mientras sólo el 7.9 por ciento de quienes tienen una afore realizan aportaciones voluntarias, clara señal de que el hábito del ahorro prolongado todavía es una asignatura pendiente para muchos mexicanos.
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