Si te encuentras en medio de una crisis, ¿a quién elegirías para manejar la situación? Es en este punto en donde se revela la auténtica esencia de un líder, distinguiendo a los que destacan en tiempos de prosperidad de aquellos capaces de resistir adversidades y mantener el rumbo.
Existen directivos empresariales excelentes cuando toda va bien, pero con la presión de los problemas se estancan, dejando a sus equipos a merced de las circunstancias. De hecho, la alta retribución económica no es solo por aumentar la productividad o llevar a la organización a nuevos logros, sino también por su habilidad para resolver problemas y superar obstáculos.
Un estudio realizado por la Universidad de Lancaster sobre psicología de supervivencia encuentra un comportamiento 10-80-10 en el patrón de respuesta ante ambientes de impacto negativo; es decir, 10 por ciento de las personas conservan su equilibrio emocional y toman decisiones racionales; el 80 por ciento experimenta parálisis y desconcierto; y el restante 10 por ciento cae en el pánico y ansiedad, reaccionando impulsivamente en forma errónea.
En este escenario, destaca la función del líder, porque son los responsables de medidas críticas, tranquilizar al equipo y a todos los actores involucrados, como serían, clientes, proveedores, accionistas y a la comunidad en general.
Entre las habilidades básicas, encontramos la inteligencia emocional para que sea capaz de gestionar sus impulsos, manteniendo la serenidad, siendo racional y respaldando a sus colaboradores.
Un atributo crucial es la resiliencia, para recuperarse de las dificultades y adaptarse con rapidez al cambio, además de aprender de la experiencia.
La toma de decisiones bajo presión es otro componente clave, pues se requiere una elevada capacidad de respuesta.
La comunicación asertiva es igualmente indispensable para transmitir información clara y precisa, reduciendo la incertidumbre, incluso cuando hay malas noticias.
La preparación y planificación también son fundamentales. Aunque la mayoría de las veces las crisis son impredecibles, es posible anticiparse a ellas estableciendo planes de contingencia, entrenando a sus equipos y promoviendo una cultura de flexibilidad y adaptabilidad.
Después de la tempestad, es vital buscar la reflexión para que no vuelva a suceder. Revisar lo ocurrido, identificar áreas de oportunidad y aplicar esos conocimientos para mejorar la gestión futura.
La empatía y comprensión son esenciales, para entender las preocupaciones de su equipo ofreciendo apoyo.
El coaching ejecutivo tiene un papel importante en la gestión de crisis. Ayuda a los líderes a desarrollar estas habilidades y a prepararse para manejar situaciones adversas de manera efectiva.
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