
Las aplicaciones digitales han ampliado la oferta de productos financieros, sumándose a las opciones tradicionales. La competencia por atraer clientes se desarrolla en un entorno donde la educación financiera sigue siendo deficiente, facilitando la desinformación y la manipulación, especialmente en el crédito, la principal fuente de rentabilidad para estas entidades.
A esto se suma la influencia de las redes sociales, donde proliferan consejos erróneos. Algunos creadores de contenido, con buenas intenciones, pero sin conocimientos sólidos, difunden información confusa, mientras que otros, con miles de seguidores, promocionan productos sin revelar que reciben pago por ello.
Como resultado, las personas adquieren compromisos sin comprenderlos del todo. Detrás de esta problemática se esconden estrategias diseñadas para inducir decisiones precipitadas. Cinco de ellas merecen especial atención.
Uno de los trucos más utilizados es ocultar el verdadero costo del financiamiento. Se anuncian tasas atractivas, pero se omite el Costo Anual Total (CAT), que integra comisiones, seguros y otros cargos. Una tasa del 5 por ciento mensual, que parece accesible, puede traducirse en un costo superior al 80 por ciento anual, incluso mayor que el de muchas tarjetas de crédito.
Otra táctica frecuente es promocionar “pagos semanales bajos”, lo que da la impresión de un compromiso manejable. Sin embargo, al considerar el lapso total, el costo se dispara, pudiendo alcanzar tasas superiores al 100 por ciento anual.
Las campañas de crédito también explotan el miedo a perder oportunidades. Ofertas por tiempo limitado o descuentos exclusivos generan una sensación de urgencia que interfiere con el análisis racional. Además, la publicidad suele asociar el endeudamiento con estatus para incentivar decisiones impulsivas.
El uso de términos ambiguos es una estrategia común. Frases como "amortización flexible" o "liquidación anticipada sin penalización" pueden ocultar costos adicionales. Las instituciones financieras refuerzan esta táctica con llamadas insistentes y mensajes que sugieren que la oferta desaparecerá pronto.
Por último, empaquetar créditos con seguros, inversiones u otros productos dificulta la comprensión del compromiso total. La información tiende a presentarse de manera parcial para evitar comparaciones claras y hacer más complejo el cálculo.
Antes de adquirir un préstamo, es recomendable evaluar si realmente es necesario o si existen alternativas más convenientes. Comparar opciones, calcular el costo total en forma anual y alejarse de decisiones apresuradas facilita una mejor elección. Leer los contratos con atención permite identificar cláusulas de penalización, cambios en tasas y renovaciones automáticas.
Revisar periódicamente el estado del crédito ayuda a detectar anomalías. No basta con confiar en la publicidad o en sugerencias de redes sociales. Entender cómo funciona el sistema financiero marca la diferencia entre aprovechar un apalancamiento como herramienta o caer en una trampa disfrazada de oportunidad.
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