Después de dos años de pandemia, creo que todo el mundo quisiera retomar su vida financiera plenamente y el 2022 podría acercarnos a ese escenario; sin embargo, habremos de tomar precauciones sobre las principales variables económicas que impactan en nuestro patrimonio.
1.- La recuperación en 2021 no tiene mucho mérito, al venir de una enorme caída en el año anterior (8.3 por ciento) como consecuencia de la contingencia de salud. Aunque hay una expectativa optimista, está atorada por la cadena de suministros internacionales, de tal manera que el avance del PIB será de alrededor del 5 por ciento en el cierre.
Para 2022 se espera que continúe la recuperación, pero requerimos un crecimiento de 4 por ciento para alcanzar apenas los niveles previos a la pandemia.
Es decir, la generación de empleo, si bien va, será la de hace dos años atrás, por lo que incide en menores salarios y ocupación, producto de la competencia en el mercado laboral.
2.- En relación con la inflación, está alentada por un problema de oferta, provocado por el desabasto y aunque retroceda en 2022 seguirá presionando. Bajo dicha premisa, poco hará de efecto del alza en las tasas de interés por parte del banco de México para abatirla.
Por lo pronto, el incremento en los precios a octubre es de 6.2 por ciento, que es la mayor en cuatro años. Además, seamos conscientes de que aún cuando la inflación se reduzca, los precios ya subieron, en tanto los salarios lucen estancados. Esto obliga a tener cuidado con el presupuesto, porque puede conducirnos a una reducción del ahorro o a un aumento en el endeudamiento.
3.- Mientras la inflación no ceda, el pronóstico es de tasas de interés elevadas que perjudican a quienes tiene créditos, particularmente en tarjetas. Por el contrario, los depósitos bancarios presentarán con seguridad rendimientos reales negativos.
En ese entorno, el mercado bursátil se coloca como una alternativa viable, pensando en forma global y accediendo a las empresas que tengan potencial por los cambios tecnológicos y de comunicación. De hecho, su desarrollo fue bueno en medio del caos de la pandemia y ante la recuperación mundial habrá excelentes oportunidades.
La evolución se perfila aceptable para los bienes raíces vinculados con vivienda, soló tener precaución con la solvencia de los constructores, porque algunos continuarán muy atorados por sus deudas y podrían incumplir con sus compromisos.
En cuanto a la paridad peso-dólar, seguirá presionada por un mayor nivel de precios, pero no se espera un salto pronunciado para considerarla dentro de las opciones de inversión. En todo caso, usarla como cobertura.
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